Este 18 de enero se cumple un nuevo aniversario de la partida de Arturo Umberto Illia, quien gobernó los rumbos de la Nación Argentina entre 1963 y 1966.
Le bastaron 1000 días para dejarnos de legado el mejor gobierno que este país pudo tener. Su primera medida consistió en eliminar las restricciones que pesaban sobre el peronismo y el Partido Comunista.
El 15 de noviembre de 1963 Illia firmó los Decretos 744/63 y 745/63 que anulaban los contratos petroleros firmados por Frondizi por "vicios de ilegitimidad y ser dañosos a los derechos e intereses de la Nación". Esto, lejos de beneficiar al gobierno, lo dejaría con mala fama internacional y sumaria nuevas fuerzas, esta vez internacionales y muy poderosas, a la coalición que lo derrocaría.
El 15 de junio de 1964 se publica en el Boletín Oficial la Ley 16.459, del salario mínimo, vital y móvil, previo a la constitución del Consejo del Salario, integrado por representantes del Gobierno, los empresarios y los sindicatos.
Entre los objetivos del proyecto figuraban la necesidad de "evitar la explotación de los trabajadores en aquellos sectores en los cuales puede existir un exceso de mano de obra", "asegurar un ingreso mínimo adecuado" y "mejorar los salarios de los trabajadores más pobres".
Con los mismos objetivos, se promovió la Ley de Abastecimiento, destinada a controlar los precios de la canasta familiar y la fijación de montos mínimos de jubilaciones y pensiones.
La Ley 16.462, también llamada Ley Oñativia en homenaje al Ministro de Salud, Arturo Oñativia, fue aprobada y sancionada el 28 de agosto de 1964. Establecía una política de precios y de control de medicamentos, congelando los precios a los vigentes a fines de 1963, fijando límites para los gastos de propaganda, imponiendo límites a la posibilidad de realizar pagos al exterior en concepto de regalías y de compra de insumos. La reglamentación de la Ley mediante el Decreto 3042/65 fijaba además la obligación para las empresas de presentar mediante declaración jurada un análisis de costos y a formalizar todos los contratos de regalías existentes.
Durante su gestión de gobierno, la educación tuvo un peso significativo en el Presupuesto Nacional. En el año 1963, su participación era del 12%, en el año 1964, del 17%, en el año 1965, del 23%.
El 5 de noviembre de 1964 se pone en marcha el Plan Nacional de Alfabetización, con el objetivo de disminuir la tasa de analfabetismo que para la época se estimaba en poco más del 10% de la población adulta. En junio de 1965 el Programa contaba con doce mil quinientos centros de alfabetización y su tarea alcanzaba a trescientos cincuenta mil alumnos de 18 a 85 años de edad.
Entre 1963 y 1966 se graduaron de la UBA 40.000 alumnos, la cifra más alta en toda la historia de la casa de estudios.
Tuvo una sola casa, sencilla y humilde, que fue el único bien inmueble con que se retiró como Presidente de la Nación; le fue donada por suscripción pública, con ayuda y por voluntad de los vecinos de Cruz del Eje. Además fue el único presidente de Argentina que no aceptó la jubilación de privilegio. Fue derrocado por quienes no querían un mejor país, más justo, mas instruido, más igualitario; aquellos que aún hoy temen que la ciudadanía piense por sí misma.
Murió a los 82 años así como vivió de manera austera. Se ha dicho muchas veces que es de su autoría la frase “ser radical no es fácil pero vale la pena serlo”; pero es tan grande el legado de Illia, como político, como hombre de bien para su comunidad, como prócer radical que, actualizando la frase, tenemos que decir: “Ser los herederos de Arturo Illia no es fácil, pero vale la pena serlo”.
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